El Estado de Israel ocupa una superficie pequeña. Su tamaño no es indicativo de la grandeza de su naturaleza, pues sus paisajes son ricos y variados: al Sur se extienden las tierras yermas del Néguev y de la Aravá, la ardiente depresión del mar Muerto y los montes de Eilat que enrojecen al atardecer. Al Norte, las rocas basálticas decoran los Altos del Golán, frente a las verdes laderas de la Galilea y al pico nevado del monte Hermón. El sol nace sobre las desnudas colinas del desierto de Judea y se pone sobre las olas del apacible y celeste Mediterráneo.

Entre todos éstos, yacen engarzadas perlas de la Naturaleza de diversas formas geográficas como desiertos, acantilados, costas, bosques y lagunas; en medio de ellos, se hallan ocultos sitios históricos, arqueológicos y antiguos asentamientos humanos.

Es muy común que tanto los israelíes como los visitantes escojan para su esparcimiento el seno de la Naturaleza, aunque en Israel, como en el resto del mundo occidental, la exposición al desarrollo industrial y al crecimiento demográfico aumenta la amenaza que se cierne sobre los paisajes.
Para protegerlos, impedir la extinción de plantas y animales, posibilitar la continuidad de diversos hábitat y conservar la historia, la arqueología y el legado histórico, fue que se constituyó una autoridad cuya función es vigilar estos sitios, mantenerlos y al mismo tiempo posibilitar a millares de excursionistas disfrutar de los encantos que contienen.
La Autoridad de Reservas Naturales y Parques Nacionales tiene como función dar una respuesta dual, a la Naturaleza por un lado y a la población por otro, y preservar los valores culturales, educativos, científicos, sanitarios y económicos para las generaciones del futuro. Los sitios pasan por un complejo proceso administrativo y de investigación hasta que son declarados competencia de la Autoridad; actualmente hay en Israel 115 parques nacionales y 380 reservas naturales. Los sitios están mayoritariamente cercados y señalizados para destacar su peculiaridad; el acceso es controlado y generalmente de pago.
Las reservas naturales y los parques nacionales permiten a los visitantes observar a las águilas que anidan en los acantilados del Golán, las gacelas y los tigres en el desierto de Judea, las cavernas acampanadas en Beit Guvrin, los lirios en la reserva de Poleg o la rara peonía en lo alto del monte Meirón, además de una gran variedad de fenómenos naturales, con flora y fauna que apenas pueden verse en otros lugares.
Los parques nacionales ofrecen una fascinante vivencia cultural al permitir adentrarse en sitios históricos como Masada, Cesárea, Beit Seán, etc. Allí puede el visitante conocer de primera mano culturas de tiempos lejanos, comprender cómo vivían en el lugar hace siglos y milenios y ver dónde han transcurrido los hechos relatados en las Sagradas Escrituras o estudiados en los textos de historia.