Masada

Cerca del Mar Muerto hay un sitio que, a diferencia del resto del paisaje, parece formar parte del acantilado del valle del Rift, pero que de hecho es una meseta plana de forma ovalada, una montaña completamente rodeada por una pendiente escarpada. Antes de la era de helicópteros y aviones teledirigidos, este era el lugar más seguro que el rey Herodes podía encontrar para construir una fortaleza palaciega a la que podría retirarse en caso de emergencia. (Y, dada su proximidad al Mar Muerto, era conveniente para un monarca que según los historiadores padecía una "enfermedad crónica de la piel", probablemente psoriasis. El esplendor de Masada fue épico. También fue una maravilla de la ingeniería, que utilizó cursos de agua artificiales para canalizar las escasas precipitaciones del desierto en cisternas gigantescas, en las que a pesar del calor de casi 50ºC, podían producir y almacenar hielo.

Tras la muerte de Herodes, el lugar fue abandonado,... hasta el año 73. Después de que los romanos destruyeron Jerusalén en el año 70 y expulsaron a los judíos de su ciudad santa ciudad, varios refugiados judíos subieron a la cima de Masada y convirtieron el otrora gran palacio en su hogar. Los refugiados, sin interés alguno en la grandeza del palacio, construyeron una sinagoga, crearon una mikve, plantaban cultivos y criaban cabras. Pero los romanos no podían tolerar su desafío y continuaron asediando la montaña durante tres años, condenando a miles de legionarios a acampar en el extremo calor, en un intento de matar de hambre a los habitantes de la cima, para que se rindieran. (Hasta el día de hoy, los contornos de los campamentos romanos se puede apreciar a simple vista). Miles de esclavos judíos fueron forzados a construir una rampa gigante hasta la cima y al cabo de varios meses, al terminar la construcción, los zelotes de la cima —al darse cuenta de que al día siguiente los soldados romanos llegarían a su escondite— decidieron suicidarse en masa, en lugar de que sus esposas, hijos y ellos mismos fueran asesinados o esclavizados. Cuando los romanos finalmente se abrieron camino hacia la cima, no encontraron resistencia y descubrieron 960 cadáveres. Dos mujeres que lograron escapar del suicidio masivo compartieron detalles de los hechos con los "conquistadores" y el historiador judío romano Flavio Josefo relató la historia de Masada en su libro "Las guerras judías". La promesa del líder de los zelotes, Elazar Ben Yair, sobre la última noche de libertad, ha entrado en la inmortalidad: «Dado que hace mucho tiempo decidimos nunca ser siervos de los romanos ni de nadie más que Dios mismo, que es el único Señor verdadero y justo de la humanidad, ha llegado el momento que obliga a adoptar una decisión verdadera en la práctica... Fuimos los primeros en rebelarnos y somos los últimos en luchar contra ellos y no puedo dejar de considerarlo como un favor que Dios nos ha concedido, que aún disponemos del poder de morir con valentía y siendo libres». En el siglo IV, los bizantinos erigieron una iglesia en la cima de Masada, pero el edificio y la montaña cayeron en el abandono durante siglos.

En 1964. El arqueólogo israelí Yigal Yadín condujo una campaña internacional de excavaciones de dos años, para descubrir los secretos de Masada. Sus centenares de descubrimientos apoyan la historia relatada por Flavio Josefo, cuando arqueólogos encontraron las muestras de arcilla en las que los zelotes tallaron nombres y que utilizaron para echar a suertes y decidir quiénes deberían ser los primeros... y los últimos en sacrificar a sus familias y a sí mismos.

La historia de lo ocurrido hace dos milenios en Masada se convirtió en un símbolo del compromiso de los israelíes de no permitir que "Masada vuelva a caer" y, cincuenta años después de la excavación, Masada es, después de Jerusalén, el sitio más visitado de Israel. El acceso a la cima a pie es posible por el tradicional Camino de la serpiente, utilizado por Herodes y que sube por la rampa romana.  Pero la mayoría de los millones de turistas que visitan Masada se trasladan del Museo y Centro de Visitantes de Masada hasta la cumbre en gigantescos teleféricos, que funcionan a diario, excepto en Yom Kipur. Cada mes de junio, la base de Masada se convierte en el escenario del gigantesco Festival de Ópera, un espectáculo al que la montaña iluminada sirve como telón de fondo.